La nueva normativa municipal que prohíbe instalar carpas en las playas de Badalona ha sido recibida con una ovación por parte del jurado popular no oficial del municipio: señores y señoras desde el quinto piso con visión privilegiada del paseo marítimo y mucha opinión que dar.
El alcalde, que ya empieza a soñar con su estatua en chándal de gala, justificó la medida alegando que la playa debe ser “de todos”. Eso sí, “todos” siempre y cuando no lleven altavoz, no hablen en otro idioma que no sea el catalán con acento de TV3, y por supuesto, no celebren cumpleaños con empanadas ni bautizos con orquesta.
“Esto ya no parecía Badalona, parecía Río de Janeiro con toldos”, declaró indignado un vecino que, casualmente, no ha bajado a la playa desde que Letizia era presentadora. Para muchos, la cuestión no era la carpa, sino la música, la piel morena y los apellidos con muchas vocales.
La medida ha despertado entusiasmo en esa parte de la ciudadanía que siempre tiene algo que decir, sobre todo si lo hace desde una silla plegable frente al televisor, juzgando a todos los que sí usan el espacio público como si existiera un manual secreto del “buen vecino”.
Y así, con la playa más “limpia” de carpas y más llena de normas no escritas, Badalona se confirma como la ciudad ideal para vivir… siempre y cuando no vivas demasiado alto, ni demasiado alegre.