Alarma en los pasillos del Ministerio del Interior: algo turbio se cuece en Badalona. Según informes de dudosa procedencia (y aún peor ortografía), en las últimas 24 horas se han detectado miles de personas paseando por la ciudad con la cara cubierta por un misterioso pañuelo rojo. ¿Intento de insurrección? ¿Brotes de radicalismo festivo? ¿O simplemente la llegada de las Festes de Maig?
“La última vez que vimos tanta gente con la cara tapada fue en 2020, y mira cómo acabamos”, declaraba un agente de paisano mientras pedía una birra al lado del Pont del Petroli. La preocupación llegó a tal punto que, durante unas horas, se bloqueó la entrada de “mocadors de coll” en aduanas por considerarse “potencialmente subversivos y estéticamente cuestionables”.
El pañuelo, lejos de tener relación con ningún grupo radical, muestra en realidad dibujos simpáticos de edificios locales y el logo de “Festes de Maig 2025”. Pero eso no ha impedido que algún turista desorientado haya preguntado si se trataba de una nueva organización clandestina tipo “Comando Llardons”.
Mientras tanto, los badalonins hacen vida normal: bailan, comen, se cubren del polen y se toman selfies con su pañuelo como si fueran Bonnie y Clyde de la C-31. “Si nos van a espiar, al menos que nos pillen bien guapos”, comenta una vecina mientras ajusta su bandana para que no se le vean las ojeras.
Fuentes no oficiales confirman que el único terrorismo real en las Festes de Maig es el de los altavoces a todo volumen hasta las tres de la mañana. Pero ese, por ahora, sigue impune.