En tiempos donde ser inmigrante estaba mal visto, convertirse al cristianismo era motivo de pena de muerte, y venir de Lleida no ayudaba mucho, Sant Anastasi decidió hacerlo todo mal a la vez. El resultado: acabó siendo el patrón de Badalona. Porque sí, porque los milagros existen, sobre todo si no tienes competencia.
Anastasi, militar romano destinado en el noreste peninsular, se convirtió al cristianismo en plena temporada alta de persecuciones. Arrestado por insubordinación espiritual y reincidente en no sacrificar cabras al dios correcto, fue condenado a muerte. Y como si fuera el cierre de una gira de despedida, eligió morir en Badalona, ciudad en la que no había nacido, pero donde sí había sitio en el cementerio.
Desde entonces, la ciudad lo ha adoptado como símbolo de integración y martirio institucional. “Era de fuera, pero murió aquí.”, declaró un concejal en su defensa.
Cada 11 de mayo, Badalona honra su memoria con procesiones, pólvora, y niños disfrazados de santos que probablemente también serían ejecutados en el siglo IV por llevar el pañuelo de las fiestas de mayo.
El alcalde actual, que no ha leído una biografía en su vida, lo resumió así:
“Sant Anastasi representa el espíritu de Badalona: gente que viene, sufre, y se queda para siempre. Literalmente.”