La revolución del derecho a la propiedad ha llegado a Badalona, pero con temporizador. Un bar del Passeig Marítim ha colgado un cartel que redefine el concepto de hospitalidad: “Cada consumición da derecho a estar 30 minutos. Si no consumes, fuera”.
Con esta nueva normativa, la ciudad legaliza oficialmente la okupación temporal, siempre y cuando no excedas el tiempo que tarda una caña en calentarse o un café en enfriarse. Todo lo que pase de los 30 minutos se considera usurpación hostil del mobiliario.
“És per evitar que la gent es quedi fent el ronso tota la tarda sense demanar res”, explica el propietario del bar, mientras vigila con cronómetro en mano y un aire de juez de MasterChef. “Aquí se viene a tragar, no a mirar el mar gratis”.
El Ayuntamiento, por supuesto, no ha tardado en interesarse por el modelo, viendo posibilidades para aplicarlo en otros ámbitos: el padrón municipal, las visitas a la biblioteca, y hasta las reuniones familiares. “Badalona no és un càmping”, ha declarado un portavoz que llevaba demasiado rato sin pedir nada en la barra.
Los defensores del slow life, por su parte, han convocado una sentada silenciosa de 29 minutos con vermouths sin hielo para protestar. Pero antes de acabar, ya habían sido desalojados por un camarero con cara de lunes y una cuenta que sabía a amenaza.
Así que ya sabes: en Badalona puedes okupar, pero que sea breve. Como el placer de vivir aquí.