En Badalona, los patinetes eléctricos han dejado de ser simples vehículos de moda para convertirse en estandartes rodantes de la libertad individual. La reciente negativa de estos dispositivos a aceptar la nueva normativa municipal —que pretende multarlos por cosas tan revolucionarias como circular por la acera o no llevar casco— ha sido recibida por ciertos sectores liberales como un acto legítimo de resistencia fiscal y cívica.
Desde este enfoque, multar a un patinete por moverse libremente es exactamente igual que castigar a un autónomo por no declarar una factura: una intromisión innecesaria del Estado en la vida de los ciudadanos. “Los patinetes no deben pagar multas del mismo modo que nadie debería pagar impuestos por desplazarse o ganarse la vida”, aseguran desde el movimiento Movilidad Sin Estado.
Los defensores de esta postura consideran que los patinetes representan una nueva economía en movimiento: ligera, eficiente y sin necesidad de gasoil ni peajes burocráticos. “Intentar meterlos en el mismo saco legal que a un coche o una motocicleta es como intentar cobrar IVA a los abrazos: grotesco y totalitario”, señalan desde el think tank Fundación Rueda Propia.
Proponen, además, convertir Badalona en una zona fiscalmente liberada para vehículos personales ligeros, donde no exista regulación coercitiva ni sanciones económicas por circular. “El futuro no puede depender de semáforos y policías municipales: debe construirse sobre la base del equilibrio, el impulso eléctrico y la plena desregulación”.
Para estos sectores, los patinetes no solo deberían tener derecho a circular sin multas, sino convertirse en ejemplo de cómo se puede vivir al margen de un sistema recaudatorio cada vez más voraz. “Hoy es un patinete, mañana podría ser tu nómina”, advierten.
Y así, sobre dos ruedas y sin frenos fiscales, se abre una nueva trinchera en la guerra cultural de la movilidad urbana.